Maltrato psicológico en el ámbito de la violencia de género

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El maltrato o la violencia de género no sólo implica violencia física. Tampoco existen maltratos de “primer” o “segundo” orden. Ni hay unos peores o mejores que otros. Todo es maltrato: la violencia física, la psicológica, la sexual, la económica, la vicaria y la digital.

Muchas veces, la violencia de género se camufla. Incluso puede llegar a convivir en una realidad donde, en ocasiones, ni la propia mujer es consciente de lo que está viviendo.

La violencia de género no suele empezar con una agresión física. Las agresiones van incrementando su intensidad y frecuencia con el tiempo. Se trata de un proceso continuo y ascendente, en el que la mujer va perdiendo progresivamente sus recursos psicológicos para salir de esa situación. Este muro de silencio también impide que otras personas puedan ayudarla.

Si la violencia ocurre de forma brusca, es más fácil pedir ayuda de inmediato. Pero si el maltrato se da de forma gradual, es mucho más difícil identificar el problema. La mujer acaba normalizando la situación.

Bajo el pensamiento de “¿cómo va a pasarme esto a mí?”, se empiezan a justificar conductas inadmisibles. Conductas que, una vez dentro de la relación, resultan difíciles de identificar o de valorar en cuanto a su gravedad.

Fruto de esta escalada de la violencia, se genera una habituación al maltrato y se desarrolla una dependencia emocional. Esto, junto con la situación de indefensión aprendida en la que se encuentra la víctima —que le genera inseguridad, baja autoestima y temor a que su reacción empeore la situación—, es lo que la lleva a permanecer junto a su agresor.

La minimización y normalización de la violencia, la vergüenza, el miedo a represalias, e incluso la culpa, dificultan que las mujeres puedan ver con claridad la situación en la que se encuentran. Todo esto entorpece la toma de decisiones necesarias para salir de ese entorno.

La violencia psicológica es invisible, legitimada y aceptada socialmente. Si atendemos a la escalada típica de la violencia de género, podemos ver cómo uno de los primeros signos que aparecen son los micromachismos, una forma sutil de violencia. A esto le siguen otras manifestaciones: la violencia psicológica, la verbal, la sexual y, finalmente, la física.

Mención especial merece la violencia económica. Aunque muchas veces se engloba dentro de la violencia psicológica, abarca situaciones específicas de maltrato relacionadas con el control del dinero y la dependencia económica.

En definitiva, el maltrato emocional transcurre in crescendo. Un hecho da paso al siguiente, y así sucesivamente, hasta crear un círculo vicioso del que resulta muy difícil salir.

La violencia psicológica engloba diferentes comportamientos que es necesario conocer para poder identificar el maltrato. Algunos de estos son: coacción, intimidación, amenazas, utilización de los hijos, abuso de privilegios por ser hombre, humillaciones, vejaciones, minimización de la violencia, culpabilización de la pareja, aislamiento y control del entorno.

(Listado extraído de conductas habituales de agresión psicológica en la mujer, Garrido, 2001)

Si te sientes identificada con alguna de las siguientes conductas, podrías estar sufriendo maltrato psicológico:

Me ha insultado o humillado (en público o en privado). Ha intentado hacerme creer a mí o a otros que estoy mal de la cabeza. Me miente y manipula con frecuencia. Asegura que soy un fracaso absoluto. Me obliga a realizar todas las tareas domésticas y a que todo esté a su gusto. Es obsesivo e inflexible con detalles absurdos. Dificulta mi descanso o mi tiempo libre. Me fuerza a beber o a consumir drogas. Tiene celos desmesurados. Procura estar siempre presente cuando estoy con otras personas. Se niega a hablar de los problemas cuando lo solicito. Nunca es capaz de negociar sobre cosas importantes. Me amenaza con matarme, hacerme daño o llevarse a los niños. Me amenaza con suicidarse o con dañar a personas que quiero. Rompe objetos personales míos. Maltrata a mi animal de compañía. Tiene cambios de humor constantes. Está siempre enfadado. Se burla de mí. No me tiene en cuenta para decisiones importantes. Se muestra indiferente cuando trato de acercarme. Me prohíbe dar mi opinión. Se pasa días sin hablarme, sin que yo sepa el motivo. Usa un lenguaje difícil para que no lo entienda. Utiliza mis puntos débiles para atacarme.

Identificar la violencia de género —y en especial la violencia psicológica— no es fácil. Sobre todo cuando, al pensar en violencia, solo se contempla la física. Esa creencia errónea oculta toda una realidad.

La sutileza con la que aparece el maltrato psicológico y la invisibilidad de sus síntomas dificultan su detección. Por eso, es fundamental darle importancia a todas las formas de violencia que sufrimos dentro del maltrato. Solo así podremos romper el silencio, pedir ayuda y salir del ciclo.

SARA G. GARCÍA

Sara G. García; Psicóloga, Sexóloga Clínica y Terapeuta de Pareja (CV-12416).
Es Licenciada en Psicología con habilitación sanitaria y ha complementado su formación con estudios en trauma, apego y terapia EMDR.

Además, acompaña procesos de ansiedad, autoestima, ruptura traumática y dependencia emocional. Actualmente continúa su formación en terapia sistémica familiar para ampliar su mirada terapéutica.

Como fundadora y coordinadora de SARA RENART, ha creado un espacio de atención psicológica con un enfoque integrador centrado en la persona.