¿Cómo es convivir con trastornos de la conducta alimentaria?

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Convivir con un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) es un gran desafío para las personas que lo sufren, así como para el entorno cercano que las rodea. Con este artículo pretendemos visibilizar la experiencia real de lo que supone convivir con un TCA, tanto para la persona afectada como para sus allegados. 

En los TCA existe una preocupación excesiva sobre la figura o el peso y su control que se manifiesta en conductas perjudiciales para la salud; bien por exceso de control (dieta estricta y restricción, como es el caso de la Anorexia Nerviosa), bien por conductas de descontrol (presencia de atracones y conductas compensatorias, como es el caso de la Bulimia Nerviosa). Comprender la complejidad de estas vivencias es el primer paso para ofrecer una ayuda respetuosa y efectiva. 

Desde nuestra clínica de terapia psicológica en Valencia, también con modalidad online, te facilitamos esta guía para comprender mejor a las personas con un TCA y fomentar la empatía hacia las mismas. También exponemos diversas pautas y recomendaciones para el entorno de las personas afectadas, con el objetivo de conocer qué es contraproducente y acompañar desde la empatía, el cariño y la compasión. 

Convivir con un TCA en el día a día: lo que no se ve

El impacto silencioso en la rutina diaria

La presencia de un TCA puede pasar desapercibida y ocultarse tras una aparente normalidad. Sin embargo, situaciones rutinarias como la hora de la comida, verse en un espejo o momentos de interacción social, pueden suponer una gran batalla interna que librar para las personas afectadas. Librar estas batallas consume una cantidad enorme de energía física y mental, que puede afectar al rendimiento académico o laboral, la vida social o las aficiones.

Control, culpa y pensamientos recurrentes

Quienes sufren un TCA pueden presentar pensamientos obsesivos recurrentes sobre el cuerpo, la comida, el peso y su control. Estos pensamientos negativos generan emociones desagradables (por ejemplo, la culpa por comer en exceso o defecto) y conductas poco saludables (por ejemplo, compensar un atracón con ejercicio extremo). Esta dinámica fortalece la mala relación con la comida y el cuerpo, afectando al estado de ánimo y autoestima. 

La relación conflictiva con la comida y el cuerpo

Cuando las emociones desagradables (culpa, vergüenza, ansiedad, miedo…) se ven vinculadas a la comida, ésta deja de ser placentera o fuente de bienestar. Lo mismo ocurre con la imagen corporal. La comida y el cuerpo se convierten en el enemigo y en objeto de miedo u obsesión, generando estrés y una insatisfacción constante. 

Convivir con los TCA y su impacto emocional

Ansiedad, miedo y culpa persistentes

La ansiedad ante las comidas, el miedo a engordar o perder el control y la culpa por lo que se ha ingerido o no, suponen una gran carga emocional y psicológica que puede llegar a ser extenuante. Se genera un estado de alerta y preocupación constante que amenaza el bienestar.

Sentimientos de vergüenza y baja autoestima

Convivir con un TCA puede implicar sentirse avergonzado/a por la relación con la alimentación y el cuerpo, así como un marcado patrón de pensamiento negativo y de autocrítica que afecta directamente a la autoestima de la persona. La percepción distorsionada de la propia imagen corporal mina profundamente la confianza y autoestima de la persona afectada.

El aislamiento como forma de protección

Ante sentimientos de incomprensión o juicio, muchas personas con un TCA tienden a evitar situaciones donde se coma delante de otras personas o su cuerpo se vea expuesto. De esta forma, se sienten protegidos/as de juicios o cuestionamientos, evitando así sentimientos de vergüenza, culpa o vulnerabilidad. Pese a parecer una forma de protección, el aislamiento puede agravar la carga emocional y dificultar la búsqueda de ayuda.

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Consejos para vivir con un TCA en la familia o pareja

Cómo se modifica la dinámica familiar

Cuando se detecta un TCA en un ser querido, la reacción de la familia o pareja suele ser de una marcada preocupación. El entorno también se ve afectado por el problema, ya que las rutinas y comunicación en el hogar pueden verse alteradas significativamente. Los momentos de la comida pueden generar discusiones y momentos de elevada tensión, así como las conversaciones sobre el peso, el ejercicio o el cuerpo. Todos los miembros necesitan adaptarse a una nueva realidad y redefinir roles, lo que suele acompañarse de estrés y una marcada incertidumbre.

Dificultades para hablar del tema sin herir

El abordaje de un TCA puede ser extremadamente delicado, siendo frecuente experimentar dudas acerca de cómo ofrecer ayuda.  Es importante informarse sobre el tema e intentar comprender a la persona, evitando juicios, críticas o comentarios constantes sobre la apariencia y la comida. La clave está en comunicar la preocupación de manera empática desde el amor y el apoyo, en lugar de focalizarse en la conducta alimentaria. 

‘’Estoy preocupado/a por ti’’ es más efectivo que ‘’No has comido nada’’ o ‘’Tienes que comer menos’’

El papel del acompañamiento empático

Una consideración a tener en cuenta es que, pese a enmarcarse bajo una etiqueta común, los TCA son una experiencia individual. Por ello, la primera aproximación que debemos hacer cuando queremos ofrecer nuestra ayuda debe pasar por preguntar directamente a la persona que sufre: ‘’¿Cómo puedo ayudarte?’’ o ¿Puedo hacer o dejar de hacer algo que te sea de ayuda?’’

Teniendo en cuenta la individualidad del caso, podemos tener en cuenta las siguientes premisas para realizar un acompañamiento empático; sin culpabilizar, criticar o minimizar las emociones del ser querido afectado.

  • Fomentar un ambiente de apoyo y comprensión incondicional: la persona con un TCA debe sentirse libre de expresar sus miedos y dificultades sin temor a críticas o ser juzgada, el acompañamiento debe intentar construir un espacio seguro.
  • Practicar la escucha activa: a veces tan solo tenemos que escuchar y validar la emoción que se transmite. Sin necesidad de aportar consejos, soluciones u opiniones. 
  • Informarse sobre el problema: comprender la complejidad y características de un TCA puede permitirnos mostrar más empatía y comprensión hacia la persona afectada, así como propiciar un ambiente más saludable y de apoyo.
  • Ser paciente y comprensivo/a: las recaídas o momentos difíciles pueden ser muy frustrantes para la persona y el entorno, pero forman parte del proceso. La recuperación de un TCA no es lineal y requiere de gran esfuerzo y paciencia. 
  • Celebrar los avances y logros del proceso: ‘’Me alegra mucho que te hayas atrevido a ir a la piscina con tus amigos, se lo difícil que es para ti, eres muy valiente’’
  • Ofrecer ayuda en situaciones que puedan ser desafiantes: si la situación lo permite y la persona acepta la ayuda, se puede acompañar en tareas como la compra, cocinar o estar presente durante las comidas.

Nota importante: Es crucial diferenciar el apoyo del control excesivo. Si la hipervigilancia y el control son desmedidos, la sensación de falta de control puede aumentar para la persona afectada. Un acompañamiento empático pretende empoderar a la persona y fomentar su autonomía. 

Cómo cuidar el entorno cuando se convive con un TCA

  • No hacer comentarios sobre el físico, positivos o negativos: evitando estos comentarios nos alejamos de la sobrevaloración de la imagen y el cuerpo, cuyo papel es central en un TCA. De esta forma, normalizamos rasgos físicos no normativos sin que se vean acompañados de críticas o comentarios peyorativos.
  • Realizar halagos que no tengan que ver con el físico: probablemente el cuerpo o físico sea lo que menos valoramos de nuestro ser querido frente a otras muchas cualidades. Es importante que fomentemos otro tipo de halagos ayudando así a que el cuerpo no sea lo único importante. ‘’Qué graciosa eres’’, ‘’Qué bien has hecho esta tarea’’, ‘’Eres muy capaz’’, ‘’Te brillan los ojos cuando ves tu película favorita’’, ‘’Qué curioso lo que me cuentas, yo nunca me lo había planteado’’, ‘’Qué bien cuidas tus amistades’’, ‘’Qué cariñoso eres’’…
  • Evitar tener una báscula en el hogar o a la vista: el control del peso suele estar contraindicado ya que, en muchas ocasiones, agrava o mantiene el problema. Si es necesario el seguimiento y control del peso, es conveniente que sean profesionales sanitarios los que lo lleven a cabo.
  • No adoptar el rol de terapeuta: el rol de terapeuta debe cubrirse por un profesional de la salud mental y no debe adoptarse por otras personas. Mantener el rol que ya tenemos es fundamental: madre, padre, hermano/a, amigo/a, pareja… El rol preexistente al problema también es muy valioso y necesario.
  • Distanciarnos de la identidad asociada al TCA: pese a que el trastorno juega un papel muy importante en la vida de la persona afectada y su entorno, hay otras temáticas y preocupaciones que también son importantes para la persona: hobbies, estudios, amistades, intereses… Si las interacciones con nuestro ser querido afectado giran en torno al TCA y la comida, podemos correr el riesgo de que se aísle como mecanismo de protección. ‘’¿Cómo llevas el trabajo de fin de grado, te ha resuelto el tutor tus dudas?’’, ‘’¿Te gustó la nueva película que fuiste a ver? Las críticas son muy buenas.’’
  • Pautas específicas durante las comidas: durante los horarios de comida se puede intentar generar emociones agradables introduciendo temas del día a día diferentes a la comida. Se debe evitar el presionar de manera agresiva o hipervigilar la conducta de nuestro ser querido.
  • En problemas de restricción: organizar comidas de manera flexible, retomar planes y actividades en torno a la comida, permitir comer sin restricción, ofrecer variedad sin presionar o forzar. 
  • En problemas de descontrol: organizar las comidas evitando saltarse alguna de ellas, fomentar la conciencia de las señales de hambre y saciedad, evitar conductas compensatorias si hay un atracón, no juzgar o culpar tras un atracón, comer despacio y con conciencia.
  • Cuidar al cuidador: el acompañamiento del entorno en un TCA supone lidiar con situaciones complicadas con gran carga emocional. Es importante que cuidemos de nosotros mismos y atendamos nuestras necesidades para poder cuidar después a los demás.
  • Animar a buscar ayuda profesional y transmitir esperanza: podemos incidir en la necesidad de buscar ayuda profesional especializada en Trastornos de la Conducta alimentaria. Buscar entre las diferentes clínicas y profesionales especializados en TCA puede aumentar la motivación de cara a la intervención terapéutica. La recuperación de un TCA es posible con la ayuda profesional adecuada.
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¿Es necesario buscar ayuda psicológica para la convivencia con un TCA?

La convivencia con un TCA es compleja y, en la mayoría de los casos, sí requiere de intervención profesional para su recuperación. La ayuda psicológica permite abordar los síntomas alimentarios propios del TCA, así como las cogniciones, emociones, conductas asociadas y causas psicológicas subyacentes. También es una herramienta muy efectiva para el entorno, proporcionando herramientas y estrategias para fortalecer el sistema de apoyo y resolver posibles dudas. 

La recuperación es posible y el apoyo psicológico es indispensable para transitar el camino. 

«Da el primer paso hacia la recuperación. Contáctanos hoy y recibe el apoyo profesional que necesitas.«

Preguntas frecuentes sobre la convivencia con un trastorno de la conducta alimentaria

¿Se puede llevar una vida ‘’normal’’ conviviendo con un TCA?

El proceso de recuperación de un TCA se puede integrar en un estilo de vida normal. Las implicaciones de ‘’normal’’ pueden variar para cada persona, y, es probable que especialmente al inicio, se pauten algunas limitaciones. Esto forma parte de la intervención y el proceso, en vistas a restablecer la autonomía total y mejorar la calidad de vida significativamente a medida que se avanza en la recuperación.

¿Cómo saber si alguien cercano necesita ayuda urgente?

Podemos identificar algunas señales de alerta que indican la necesidad de buscar ayuda profesional urgente: pérdida de peso rápida y significativa, Índice de masa corporal (IMC) menor de 17, signos de desnutrición (desmayos, debilidad extrema o hipotermia), desequilibrios de sales minerales (trastornos hidroelectrolíticos), conductas compensatorias dañinas (vómitos autoinducidos frecuentes, uso de laxantes y diuréticos), autolesiones o intentos de suicidio e ideación de querer terminar con su vida.

¿Qué decir (y qué no) a alguien que vive con un TCA?

Qué decir

‘’Me preocupo por ti y estoy aquí para lo que necesites’’, ‘’No estás solo/a en esto’’, ‘’¿Cómo estás?’’, ‘’¿Puedo hacer algo que te haga sentir mejor?’’, ‘’Debe ser muy duro para ti’’, ‘’Siento si te has sentido presionado/a’’, ‘’Podemos buscar ayuda juntos/as’’.

Qué no decir

‘’Estás muy delgado/a / gordo/a’’, ‘’Tienes que comer más/menos’’, ‘’No es para tanto’’, ‘’Te falta fuerza de voluntad’’, ‘’El problema está en tu cabeza, no estás gordo/a’’, ‘’¿De verdad solo vas a comer eso?’’, ‘’¿Vas a comerte todo eso?’’, ‘’Estás loco/a’’.

La regla de los 5 segundos

No realizar un comentario sobre el físico de alguien que no pueda ser modificado en 5 segundos. 

  • ‘’Te has manchado un poco de salsa en la cara’’ es algo que se puede cambiar en pocos segundos.
  • ‘’Has cogido unos kilitos, ¿nos hemos relajado en vacaciones verdad? La persona que recibe el comentario no puede cambiar en segundos el haber engordado (y quizás, no quiere ni tiene por qué hacerlo)

No forzar o presionar la conversación sobre el problema

La persona afectada no siempre puede estar dispuesta para abordar el tema, debemos adaptarnos a sus tiempos dejando la puerta abierta para futuras conversaciones.

  • ‘’Perdona, entiendo que ahora no te apetezca hablar sobre el tema, cuando te sientas preparado/a podemos hablarlo, yo estaré aquí’’

Validar las emociones frente a aportar soluciones o realizar un juicio

Por ejemplo: ante una situación donde la persona afectada manifiesta entre lágrimas que no le quedan bien los pantalones del año pasado.

  • ‘’Cómo no te van a quedar bien si estás exactamente igual que el año pasado, el problema está en tu cabeza, pesas lo mismo’’
  • ‘’Cariño siento mucho que te veas así, ¿quieres un abrazo?’’

CONCLUSIÓN

Queremos transmitir un mensaje de profunda empatía: entendemos la vulnerabilidad, la vergüenza, el miedo y la culpa que puedes experimentar. Sabemos que detrás de cada conducta hay una persona, una historia, una emoción difícil o un corazón roto. Para quienes acompañan, reconocemos la preocupación, el miedo, la incertidumbre y frustración.

No estás solo/a. La recuperación es posible y, aunque el proceso requiere de gran esfuerzo, el objetivo es reconectar contigo, con tu valor, con el amor que mereces. Construir una relación sana con la comida y el cuerpo es el camino, alejándonos de la obsesión poco a poco.

El acompañamiento profesional y la búsqueda de ayuda es fundamental. Te animamos a dar el paso. Busca ayuda especializada y confía en el proceso y los profesionales. Pero, sobre todo, confía en ti y en tu potencial de mejora. El amor propio es una meta muy valiosa, estamos aquí para acompañarte en cada paso del camino. 

Lucía Sevilla

Lucía Sevilla Martínez: Psicóloga General Sanitaria (CV 18811) y Terapeuta de Pareja.

Graduada en Psicología, ha complementado su formación con estudios en sexología clínica, autoestima, trastornos de la conducta alimentaria y psicología afirmativa LGTBIQ+.
Trabaja desde un enfoque integrador con mirada humanista, en armonía con el equipo colaborador de SARA RENART.